Friday 10 April 2009

Matrimonios en peligro de separarse

Ciertas relaciones están condenadas al fracaso desde que empiezan. Según el Dr. Peter A. Martín, que creó la clínica de Terapia Marital en la Universidad de Michigan en 1974 y que ha estudiado cientos de matrimonios durante más de 30 años, hay cuatro patrones de conducta que son los más destructivos para el matrimonio:
1. La dependencia.- En una unión de dependencia, los cónyuges se aferran el uno al otro como si fueran parásitos. Nunca maduran, ni como individuos, ni como pareja. Son gente acostumbrada a que otros se ocupen de ellos, y cuando no lo consiguen, se vuelven agresivos.
2. La mujer loca de amor y el marido frío.- A estas mujeres les falta amor propio. Emocionalmente todavía no se han separado de la madre y constantemente necesitan la aprobación del marido. Este puede ser del tipo de hombre con fuertes ambiciones profesionales que rechaza la intimidad; por eso lo irritan y agobian las exigencias de la mujer.
Ella, por su parte, padece de depresiones y le hecha la culpa a su marido, mientras él cree que el problema está en lo exigente que es su mujer.
3. El marido eN busca DE madre.- El caso anterior con los papeles cambiados. Aquí es el hombre quien se aferra a la mujer y necesita su constante atención. Suelen ser matrimonios que fueron buenos hasta que aparecieron los hijos.
4. La paranoia.- Es el peligro más serio para cualquier matrimonio. Tiene tres variaciones y todas cuentan con un cónyuge desequilibrado que trata de dominar al otro.
A veces la persona sana acepta la conducta del sicótico para mantener la paz familiar. A veces, la sana rechaza las agresiones, pero sólo gana peleas y hasta maltratos físicos contra ella y los hijos.
En la tercera versión, los celos enfermizos no dejan vivir a la persona sana. Como no hay absolutamente nada que pueda convencer al cónyuge sicótico de que su pareja le es fiel, la humilla y degrada constantemente, y ésta tiene que mantenerse siempre a la defensiva.

Costumbre a los besos y abrazos de cada dia

Está comprobado que cuantas más demostraciones de afecto reciban los chicos durante la infancia, más seguros serán en su vida adulta. Además, estarán mejor preparados para enfrentar y superar las frustraciones. Besos, abrazos, sonrisas y mimos son sólo algunas de las formas en que los padres pueden demostrar su cariño y, asegurarse así, que sus hijos de grandes serán personas seguras de sí mismas.