Monday 23 March 2009

Teatro de Los Andes: “120 kilos de jazz”

La obra está basada en un cuento escrito por César Brie, director del elenco. Se trata de un monólogo en el que se combina de manera casi perfecta la sátira, el humor y la crítica en una magnífica comedia.
La obra teatral nace de un cuento escrito por Brie y que obtuvo el primer premio en un concurso nacional de cuento auspiciado por el entonces diario "Presencia". El jurado destacó en aquella oportunidad la calidad del humor escrito por Brie.
Daniel Aguirre Camacho, integrante de Teatro de Los Andes, leyó el cuento de Brie y se propuso llevarlo a escena.
La obra, ya presentada en Sucre y otras ciudades, ha sido más que bien recibida por el público. Y es que como acostumbra hacer Teatro de Los Andes, una vez más dejó por sentado que en definitiva sus puestas en escena son maestras. Por su parte, Aguirre en “120 kilos de jazz” sorprendió con una interpretación impecable, por lo que, sin duda, se consagra como una obra imperdible.
El resto del elenco de Teatro de los Andes actualmente está de gira por Europa con la obra La Odisea, la que llegará a nuestra ciudad en agosto, pero previamente en mayo el público podrá apreciar “¿Te duele?”.
SOBRE LA OBRA
Con tal de poder entrar a una fiesta para ver a su amada, el gordo Méndez finge ser un contrabajista de un grupo de jazz. Méndez no sabe tocar el contrabajo pero su cavernosa voz imita a la perfección el sonido de las cuerdas.
Para entrar en la fiesta debe lograr sustituir al contrabajista oficial del grupo invitado y ocultar a todos su incapacidad para tocar el instrumento. Sin embargo, lo fundamental es que detrás de este argumento se esconden tres amores. El amor no correspondido por una mujer por la que se atravesarían los infiernos; el amor por el jazz, cuya música ayuda al gordo Méndez a soportar su inmensa soledad; y el amor por la comida, en la que el gordo encuentra breves y sabrosos refugios y consuelos.
“El gordo Méndez descrito en el texto no existe en la realidad. Es fruto de una conjunción de dos amigos gordos que nunca he vuelto a ver, que se sentaban a mis lados en un banco del Colegio Nacional Sarmiento de Buenos Aires y me volvían el jamón del sándwich aplastándome entre ambos; y de una amistad demasiado antigua y profunda que me une a Giampaolo Nalli, cómplice, cofundador y administrador de Teatro de los Andes. El amor por el jazz es suyo. Él ha sido el consejero musical para realizar esta obra”, dice Brie.
Este texto no nació como obra de teatro, sino como un cuento escrito hace muchos años y luego olvidado. Ha vuelto a la luz y a las tablas gracias a la pasión, insistencia y paciencia de Daniel Aguirre, quien escuchó (el cuento) una vez en una lectura alrededor del fuego en Yotala y sintió que la ciudad de su infancia y adolescencia cobraba vida a través de esas palabras, y muchos años después decidió volverlo teatro encarnando al gordo en escena, dice Brie.
Entonces, la historia narra las peripecias de un gordo enamorado por ingresar a una fiesta a la que no ha sido invitado y en la que hace su debut como contrabajista de un grupo de jazz, todo por el amor de su vida.
TEATRO DE LOS ANDES
Fundado en agosto de 1991 en Bolivia, los miembros de este teatro viven en Yotala, cerca de Sucre, en un teatro-granja donde preparan sus obras, las presentan y alojan a otros artistas. Además realizan encuentros y talleres.
Esta compañía se propone formar un actor-poeta en el sentido etimológico del término: hacedor, creador. El que crea y hace. Para ello, realizan un entrenamiento cotidiano, físico y vocal, y trabajan sobre formas de improvisación y composición.
“Tratamos de unir en nuestras obras las reflexiones sobre el espacio escénico, sobre el arte del actor y la necesidad de contar historias, de recordar, de volver en sí. Nos proponemos un teatro que podríamos llamar del humor y de la memoria. Somos profesionales en el antiguo sentido de profesar nuestras motivaciones, confesarlas en público. Y es la relación con el público que determina nuestro quehacer: sacar el teatro de los teatros y llevarlo donde está la gente, a universidades, plazas, barrios, pueblos, lugares de trabajo, comunidades”, explica Brie.
El Teatro de Los Andes tiene una revista, “El Tonto del Pueblo”, que es para ellos un instrumento para el diálogo.
“Queremos construir un puente entre la técnica teatral que poseemos -y que podríamos definir occidental- y las fuentes culturales andinas que se expresan a través de la propia música, fiestas y rituales. El contacto, el encuentro y el diálogo son imprescindibles para nuestro trabajo cultural”, asegura el director.
La mezcla de razas, culturas, usos, las migraciones, siempre crearon nuevas formas expresivas y musicales. Si bien se perdieron cosas antiguas, aquello que surgió del encuentro y la mezcla fue la forma con la que el hombre de hoy se expresa: hijo de su condición y experiencias, con la memoria abierta a lo que fue y la mente proyectada hacia adelante, dice Brie.

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